Para comprender el significado del siguiente texto, conviene hacer un esfuerzo de imaginación y proyectarnos casi dos mil años en el pasado. Evidentemente, estas invectivas no se dirigen a un público de escribas y juristas. Describen el comportamiento de estos últimos ante la comunidad de la Fuente, para que ésta se distancie de ellos.
Mientras que los miembros del grupo son casi todos analfabetos, los otros son de los que saben leer y escribir, de los que tienen poder, de los que controlan, de los que están al tanto de las decisiones de la divinidad y de los grandes de este mundo. A ellos se les consulta, interroga, implora y ruega con regularidad.
En el contexto de los tiempos que corren, los personajes aquí presentados son los equivalentes de personas con autoridad en nuestro país: mujeres y hombres considerados eruditos, expertos, influyentes, columnistas, investigadores, académicos, líderes en su campo. Estas personas tienen peso, y es peligroso tomarlas a la ligera. Así los describe la Fuente (Q 11,39b-52):
Q 11,42 (1) Rechazados son ustedes, Separados, ustedes que pagan diezmos de menta, eneldo y comino, y sin embargo nada les importa la justicia, la compasión y la fidelidad.
Esto es lo que teníamos que poner en práctica en primer lugar, sin descuidar el resto.
39b (2) Rechazados son ustedes, Separados, ustedes que purifican el exterior de la copa y el plato, mientras que en el interior abunda la estafa y la codicia.
41Había que purificar el interior antes que el exterior.
43 (3) Rechazados son ustedes, Separados, ustedes que aman los lugares de honor en los banquetes, los primeros asientos en las asambleas y las reverencias exageradas en las plazas.
44 (4) Rechazados son ustedes, Separados, ustedes que son como tumbas invisibles.
La gente camina sobre ellas sin saberlo.
46b (5) Rechazados son ustedes, hombres de ley, ustedes que atan cargas sobre los hombros de otros.
Tienen cuidado de no moverlos, ni siquiera con la punta de un dedo…
52 (6) Rechazados son ustedes, hombres de ley, porque cierran el régimen de Dios a los demás.
No sólo no entran, sino que ni siquiera dejan entrar a los que querrían hacerlo..
47 (7) Rechazados son ustedes, quienes construyen tumbas para los profetas que sus antepasados mataron…
48 De este modo testifican contra ustedes mismos que, en efecto, son descendientes de sus antepasados.
La Fuente parece haber combinado dos textos dirigidos a los mismos personajes, a saber, los escribas del movimiento de los Separados (los “fariseos”). Hay siete invectivas, lo que significa que abarcan todo el tema y que el retrato es definitivo.
La primera invectiva se basa en ese magnífico texto del profeta Miqueas, en el que se resume por adelantado el Evangelio:
Mi 6,8 ¡Hey humano! Te dijimos lo que era bueno
y lo que Yhwh espera de ti
solamente esto:
hacer justicia
amar con ternura
y caminar humildemente con tu Dios.
Solamente esto, pero todo esto. Evidentemente, esto es demasiado para los grandes que, tomando a Dios como testigo de su interpretación de la Torá e imponiéndola a su pueblo, inventan toda una serie de directivas ridículas que observan religiosamente, imaginando que así complacen a la divinidad.
Los dos siguientes atacan el mismo comportamiento. Hay que guardar las apariencias a toda costa: parecer piadoso y alineado con lo divino, desvivirse por ocupar lugares de honor. Cualquier cosa para ocultar la podredumbre interior.
La cuarta, enigmática para los lectores de hoy, es aún más dura que la primera. Se basa en el miedo a los muertos y en el hecho de que tocarlos te convertía en impuro para el culto: si, por ejemplo, pisabas una tumba “sin saberlo”, quedabas igualmente impuro. Los escribas son, pues, comparados con esas tumbas: si las tocas, quedas impuro sin saberlo. Una advertencia a la comunidad de la Fuente para que se mantenga alejada de estos seres viles.
La quinta es la práctica de los abogados: saben cómo utilizar la ley para oprimir a los demás, e inventan todo tipo de trucos legales para eludir las limitaciones de la ley.
La sexta es a la vez la más dura y la más significativa para los lectores de La Fuente: la escoria de los escribas y letrados no se contenta con estar fuera del régimen de Dios, sino que utiliza sus conocimientos e influencia para atraer a otros y convertirlos en seres decididos a permanecer también fuera. Los grandes hacen todo lo posible para impedir que la humanidad sea humana.
La séptima los presenta como asesinos hipócritas. Adoran a los profetas del pasado, a quienes sus iguales han asesinado, mientras se deshacen de los conciudadanos que desafían su autoridad.
Estas invectivas van dirigidas a personajes de la actualidad. El mismo desprecio por lo esencial y concentración en lo accesorio: qué comer o no, cuándo comer o no, qué ropa ponerse o no, qué actividades sexuales están permitidas o no. La misma búsqueda frenética de lo que es tendencia o está de moda, lo que aparece en los titulares, lo que conduce a una invitación a los “espectáculos de la palabra”, lo que aumenta el número de “amigos”, lo que te hace influyente.
La misma podredumbre interior bajo el maquillaje y los adornos. La misma influencia nociva en la sociedad, por no hablar del planeta. El mismo uso vergonzoso de la ley para oprimir a los pequeños. La misma oposición a los valores del plan de Dios y a los hombres y mujeres que dedican su vida a él.
Pobre de aquel que haga quedar al Dios de Miqueas como un tonto.
ACERCA DE ANDRÉ MYRE
André es un reconocido biblista, autor de numerosos libros, profesor jubilado de la Universidad de Montreal y especialista de los Evangelios, particularmente el de Marcos. Durante varios años, ha dirigido numerosos talleres bíblicos.
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